Costa Rica, un país carente de materias primas estratégicas, con una limitada dotación territorial y cuya principal riqueza, la biodiversidad solo puede ser utilizada con la condición de no destruirla. Esa situación le confiere mayor relevancia a la necesidad de estimular los emprendimientos innovadores con el fin de incrementar la productividad de su economía y mejorar la calidad de vida de su población. Pese a la importancia del tema, varios estudios han señalado que uno de los factores clave que limitan el emprendimiento y la innovación es la carencia de un sistema financiero que apoye la gestión de emprender y la de innovar, ya que la mayoría de los productos que ofrece el mercado financiero tradicional se dirige a pymes consolidadas, dejando un vacío en la oferta de programas de capital dirigidos al apoyo de emprendimientos en fases iniciales (Micitt, 2007; Lebendiker et al., 2013; PEN, 2014).